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viernes, 30 de marzo de 2018

Eres la abuela, eres mamá, eres Marosa (por Marosa di Giorgio)


Árbol de magnolias,
te conocí el día primero de mi infancia,
a lo lejos te confundes con la abuela, de cerca, eres el aparador
de donde ella sacaba el almíbar y las tazas.
De ti bajaron los ladrones;
Melchor, Gaspar y Baltasar;
de ti bajaban los pastores y los gatos;
los pastores, enamorados como gatos,
los gatos, serios como hombres, con sus bigotes y sus ojos de enamorados
Esclava negra sosteniendo criaturitas, inmóviles, nacaradas.
Virgen María de velo negro,
de velo blanco, allá en el patio.
Eres la abuela, eres mamá, eres Marosa, todo eres, con tu
eterna
juventud, tu vejez eterna,
niña de comunión, niña de novia,
niña de muerte.
De ti sacaban las estrellas como tazas,
las tazas como estrellas.
Estuvo oculto en tus ramos el Libro del Destino.
Te has quedado lejos, te has ido lejos.
Pero, voy retrocediendo hacia ti,
voy avanzando hacia ti.
Te veré en el cielo.
No puede ser la eternidad sin ti.


4 comentarios:

Cide Hamete Benengeli dijo...

Vete tranquila, mujer,
que en el corazón te llevo.
Y aunque lejos de ti esté,
de otra fuente yo no bebo
aunque me muera de sed.

Lloviendo amares dijo...

La abuela abría las puertas de la mañana;



entraba el sol por el balcón cerrado



y un rayo se pegaba a sus gafas solares.



El día andaba ya por los corredores



abrillantando las plumas del pájaro ciego,



jugando un rato con los peces anhelantes



en un marecito engañoso,



y con el caracol de filos negros



en su playa de cristal.



La claridad giraba por los cuartos vacíos



y se escondía entre las cortinas.



De las gafas de la Abuela brotaba el día



(HUGO GUTIÉRREZ)

hAiKu dijo...

Eres: okupas
unas pocas moléculas
del universo.

(RAFAEL BALDAYA)

cajón desastre dijo...


No me gusta especialmente el circo, pero como no hay nada más
y una persona tiene que entretenerse con alguna cosa, aquí vine.
Confieso que me atrajo sobre todo el número de la Gran
Conflagración del Capitalismo, anunciado con letras rojas
en el cartel. El asunto que surge es:
¿a qué hora comienza? Pregunto, nadie sabe.

Francamente, esto ni parece una producción americana.
Estamos aquí de pie hace quién sabe cuántas horas y nada sale
de la rutina: entran payasos, salen payasos, unos más
ricos, otros menos, pero de todos modos sin gracia.
Ya ni siquiera puedo ver. Y los domadores de caniches,
burros, comedoras de latón. Esto me enferma.

Ahora son los comedores de fuego. Que fastidio de mierda.
Sólo necesitamos un mago, listo ¿para qué dije eso?
Más valía haberse quedado en casa. Pero la culpa es mía —
boletos tan baratos, debí haber desconfiado—. Podría intentar salir,
¿pero cómo, si ni consigo ver la puerta? ¿Y salir hacia dónde?
¿Hacia el frío de la noche? Estamos bien jodidos.


(JOSÉ MIGUEL SILVA)